martes, 13 de enero de 2009

LA MARCA



Algo se reflejaba en la cara de Arthur que no era de este mundo.Su propio rostro le producía terror. Era algo que nunca había visto ni percibido en ninguna de las caras que veía por las calles, en los bares en su trabajo…NADIE!, NADIE! Llevaba escrito en su rostro un horror tan profundo y terrible. Solamente EL parecía poseer algo tan maligno y extraño en su cara.

Un mala mañana, Arthur, agarró una cuchilla de afeitar y se destrozó la cara a cuchilladas. Unos meses más tarde y después de someterse a dos operaciones de cirugía estética y una vez cicatrizadas las heridas, Arthur salió a la calle confiado de que su vida había cambiado y se detuvo en la cafetería en la que solía tomar una cerveza al salir del trabajo. Mantuvo una pequeña conversación con la joven y atrevida camarera:

_ Hola Arthur! Hacía tiempo que no te veíamos por aquí, ¿dónde has estado?
- Bueno, he tenido que viajar por negocios, contestó Arthur
- Ah! Pues la verdad es que no tienes muy buen aspecto, no sé hay algo en tu cara que no me gusta, pero seguramente sea apreciación mía, anoche he dormido fatal y puede que hoy todo lo vea horrible.

Arthur se giró hacía la derecha donde estaban colocados unos espejos de la cafetería y enseguida se percató que ese “algo horrible” volvía a mostarse en su rostro. Pero ahora ya no sólo lo podía ver el, ahora lo podían ver TODOS!.

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